Debajo de mi cama hay una Caja que me espera

Miro mi ropero y solo quedan,
restos de lo que fui
el ayer se presenta en el presente
descaradamente me miente,
alegra mi tristeza
desmiente mis cimientos,
y limpia el polvo de los recuerdos
el recuerdo de lo que fui.

miro el espejo y veo mi reflejo
el que soy, no hay nada atrás
solo yo, yo
y mi rostro,
no es el mismo de siempre
ahora reposan en el, señales
en la frente, señales de vida, de aprendiz.
aprendiz de saberes,
de caricias duras y suaves,
del galopar cada mañana.

Observo mi cama
nada es igual en ella,
sus sabanas están desteñidas
su olor es el mió, lo siento,
es lo único que conserva
¿Será el mismo de algunos años atrás?

Entre libros, guías y cuadernos
indago más allá
para llegar a lo que fui,
una caja debajo de cama
me alza la voz, pidiendo a gritos
un poco de afecto;
la nostalgia se consume en ella
y ella en mí!!

La mesa junto a la cama
tampoco es igual,
tejidos y telares no reposan en sus hombros,
cremas y perfumes cubren su cabeza
con mi sello y mi presencia,
la de hoy.

Porque como dijo el gran poeta
nosotros los de entonces ya no somos los mismos
ni mi espejo, ni mi cama, ni la rosa en jardín
ni el plumero de los años
que no me deja dormir.

Revoloteo en la cocina,
entre pimientos y cebollas
que ya no saben igual,
entre cilantro y perejil,
en los sabores de mi abuela
de la nona y la aprendiza.

El aroma de las flores
de las fresas y el durazno,
de la leña y mi miel,
efervescen en mi mente.

Clandestinos andes viajan
en mis venas,
me penetran por los poros,
como el concierto de Aranjuez
me elevan a sus montes
de donde viene, la caja debajo de la cama,
a donde fue mi alma en juego
tiempos atrás.

Allá en esos montes
sigo siendo igual,
la cama es la misma
el espejo también,
el ropero es pequeño,
como lo eran mis años,
el reloj marca a mi lado,
los segundos del tiempo
deslizándose por mis mejillas
la nostalgia de mi caja
la nostalgia del ayer.