17 septiembre, 2006

La patria del racimo

I
La túnica verde

Yo en los caminos,
en los montes anduve.
Las viñas me cubrieron con su túnica verde,
probe el vino y el agua.
En mis manos
voló la harina, rebaló el aceite,
pero
es el pueblo de Italia
la producción más fina de la tierra.
Yo anduve por las fábricas,
conversé con los hombres,
conozco la sonrisa
blanca de los ennegrecidos rostros,
y es como harina dura esa sonrisa:
la áspera tierra es un molino.
Yo anduve
entre los pescadores en las islas,
conozco el canto
de un hombre solo,
solo en las soledades pedregozas,
he subido las redes del pescado,
he visto en las laderas calcinadas
del sur, rascar la entraña
de la tierra más pobre.
He visto el sitio
en que mi amigo el guerrillero Benedetti
inmovil con su explosivo en la mano
dejó allí para siempre
el rostro pero no la sonrisa.
Por todas partes
he tocado
la materia humana
y ese contacto
fue para mí como tierra nutricia.
Yo habia andado mucho
conversando con trajes,
saludando sombreros,
dando la mano a guantes.
Yo anduve entre hombres sin hombres,
mujeres sin mujer,
casas sin puertas.
Italia, la medida
del hombre simple elevada
como el granero al trigo,
acumulando granos,
caudal tesoro puro,
germinación profunda
de la delicadeza y la esperanza.
En las mañanas
la más antigua
de las mujeres, gris color de olivo,
me traía
flores de roca, rosas arrancadas
al difícil perfil de las laderas.
Rosas y aceite verde, eran los dones
que yo recogí, pero
sobre todo
sabiduría y canto
aprendí de tus islas.
Adonde vaya llevaré en mis manos
como si fuera el tacto
de una madera pura,
musical y fragante
que guardaran mis dedos,
el paso de los seres,
la voz y la sustancia,
la lucha y la sonrisa,
las rosas y el aceite,
la tierra, el agua, el vino
de tu tierra y tu pueblo.
Yo no viví con las estatuas rotas
ni con los templos cuya dentadura
cayó en sus antiguas jerarquías.
Yo no viví tampoco
solo el azul y el aroma,
yo recibi las ondas sacudidas
del océano
humano:
en la mayor misería
de los desmantelados arrabales
metí mi corazón
como una red nocturna,
y conozco las lagrimas y el hambre
de los niños,
pero
tambien conozco el paso
de la organización y la victoria.
Yo no deje mi pecho
como una lira inmovíl
deshacerse en dulzura,
sino que camine por las usinas
y sé que el rostro
de Italia cambiará. Toqué en el fondo
la germinación incesante
de la mañana, y espero.
Yo me bañe en las aguas
de un manantial eterno.

Pablo Neruda
Las Uvas y el viento.

7 comentarios:

Nidesca dijo...

¿qué puedo decirte? Neruda siempre me estremece.

gracias por compartir.

abrazos
.
.
.

Lycette Scott dijo...

Neruda, único e irrepetible

Ana Isabel dijo...

Nika y Licette: Neruda es siempre para mí una sorpresa.. Pero este poema en especial me gusta, porque describe la lucha insesante de un pueblo que a pesar de la miseria por la que atravesaba, en el momento en que Neruda escribio este poema, es un pueblo que nunca dejo su pasado culinario, más bien se afianzó al mismo y sobrevivio.. y aunque no me gustan los Italianos pero si su comida.. aunque no soy amate de la pasta pero si del Risotto.. Italia es y será siempre digna de admirar por la gran valentía de su pueblo que supo -y sabe- valorar sus tradiciones, se enorgullese de la pasta y de todo su arraigo culinario..(aunque la pasta ni el tomate les pertenezcan). Las Uvas y el Viento es un libro dedicado a las tragedias de la segunda guerra mundial, momento del cual no solo Neruda plasmo en poesía....momento en que los pueblos de Europa se encontraba agonizando, la especie humana....

Unknown dijo...

Sabes hay un poema de Neruda que lo declama Alejandro Sanz..
Besososos

@Intimä dijo...

Poeta por excelencia.
Entre mis preferidos anda metido.
Besitos

Rodolfo N dijo...

Una belleza ante la que hay que rendirse.
Gracias por tu aporte.
Besos

fgiucich dijo...

Una luz en el camino. Abrazos.