19 julio, 2007

Como Till se empleó con un panadero en Brunswick









Till había llegado de Brunswick. Como las panaderías siempre lo habían atraído, se plantó ante ellas y miró fijamente al gordo panadero que se asoleaba frente a la tienda.


-¿Estás cogiendo moscas? - preguntó el masestro, algo enojado, a Till


- Sí - sonó la burlona respuesta- ¿Queréis ayudarme haremos una buena redada?


- Vaya reconozco que sabes replicar bien- gruño el maestro-. ¿Qué oficio tienes?-


- Soy oficial de panadería - contestó Till rápidamente, sin pensarlo.


- ¡Ay, que magnifica coincidencia! - exclamó contento el panadero.


- Precisamente no tengo ningún oficial y hace ya unos días que busco uno.¿Quieres entrar a mi servicio?


-Con gusto - dijo Till. Y así se convirtió en un oficial de panadería.


Cuando ya tenía dos días en el nuevo servicio, el panadero, que en vez de estar en el horno, prefería pasar la noche en la taberna con sus amigos jugando a las cartas, le dijo a su nuevo ayudante:


- Esta noche debes quedarte sólo en el horno. Yo no tengo tiempo para ayudarte, pero mañana temprano revisaré lo que hayas hecho.


-Bien, pero ¿qué debo hornear? - preguntó Till.


El panadero se enojó por esta pregunta y dijo:


- Eres un oficial de panadería y preguntas ¿qué debes hornear? ¿Qué es lo que se acostumbra a hornear lechuzas y macacos? - Con estas palabras se alejo.


Till se quedó en el horno; formo de toda la masa lechuzas y macacos y los horneó.


A la mañana siguiente llegó el maestro para ayudarlo; pero cuando entro al horno, no vio ni panecillos ni bollos, sino puras lechuzas y macacos. Entonces se puso furioso y grito a Till:


- ¡Ojalá te mueras! ¿Qué has horneado aquí?


-Lechuzas y macacos, como me ordenasteis.


- ¿Estas loco? - grito el panadero con la mayor cólera- ¿Qué voy a hacer contigo? Págame mi masa, pues tal pan no me sirve. ¿Qué hombre cuerdo querra comer lechuzas y macacos horneados?


-Si lo queréis- respondio Till- os pagaré la masa con mucho gusto; sólo debéis darme la mercancía que yo he horneado-


- ¡No me interesa tal mercancía!- grito el panadero cada vez más furioso- yo quiero mi dinero y luego largate de mi casa.


Till pagó la masa y se llevó las lechuzas y los macacos horneados a la posada del ¨Hombre Salvaje¨.


Esa noche era la fiesta de San Nicolás. Till se colocó con su mercancía delante de la iglesia, pensando para sí: - Tú has oído a menudo que uno podía traer a Brunswick aun la cosa más extraña y rara posible y sin embargo podia desembarazarse de ella.


Y, en efecto, no se había equivocado. Tan pronto como los oficios religiosos se acabaron, la gente casí asalto su mesa, y Till recibió mucho más dinero de lo que había debido pagar por la masa.


Cuando el panadero oyó esto, acudió lo más rapidamente posible a la iglesia para rogarle a Till qye volviera de nuevo a hornearle; pero éste ya se había marchado hacía un rato con su ploata, y el panadero había perdido la chiva y el mecate.


Fin.!

Anónimo.
Tomado de: Doce picardías de Till Eulenspinegel, colección los ríos profundos, serie clásicos.

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