Latinos:
Roberto Díaz me cuenta que estuvo a cargo de un escuadrón de hispanos en Irak. "Casi todos nos habíamos enlistado para poder pagar la universidad. Y los otros, para obtener la residencia y la nacionalidad. Muchos no consiguieron volver, y de los que regresamos, la perspectiva de nuestras vidas cambió tanto que ya nadie sabe para qué fuimos", dice en una voz pausada, mientras su tía mexicana (la casa donde está viviendo es de ella) prepara limonada para bajar un poco los casi 40 grados de temperatura que hay en este barrio alejado de la playa. "Lo que es peor, escuché de que a varios compañeros que sirvieron en Irak, luego los amenazaron con deportarlos y aún están en juicio para conseguir la residencia. Es que cuando se enlistaron, aparentemente mintieron en algún dato para que los aceptaran y cuando fueron a pedir el Green Card, se lo negaron y les dieron una orden de deportación para México", explica Roberto. El presidente Bush firmó en julio del 2002 una orden por la que puede solicitar la ciudadanía todo aquel que sirviera en las fuerzas armadas durante "la guerra contra el terrorismo". De los 35.000 no estadounidenses enrolados en este momento, 15.000 ya lo pidieron. "Cuando volvemos, los hispanos no tenemos ninguna contención. No sabemos donde ir, que hacer. Yo me sentía tan mal cuando regresé a Chicago que decidí irme a ver a mis primos en México. Pero yo nací en Estados Unidos y tampoco tenía nada que ver con lo de ahí, así que me vine con estos otros primos a Los Angeles. Y no hay respuesta. El único momento en que me sentí bien fue cuando me reuní el mes pasado con varios de los que habíamos estado en Irak en un casamiento en Chicago. Después de varias cervezas, le pregunté a los otros si ellos se sentían tan mal como yo y me dijeron que sí. Ahí me di cuenta que lo que me pasaba era lo mismo que todos teníamos. Es como si hubiéramos vuelto todos con la misma enfermedad", relata Roberto mientras se refriega con nerviosismo su barba candado. Tres días antes de llegar al East Los Angeles, visité el Brooke Medical Center en Fort Sam Houston de San Antonio, Texas, y me encontré con que el 90% de los soldados tratados allí por graves mutilaciones, son de origen hispano. "Hay de todo, puertorriqueños, mexicanos, nicaragüenses, salvadoreños'En Irak había de todo un poco. La verdad es que somos una raza muy dura y corajuda. Y nos gusta siempre ir al frente. Y en Irak, nadie te va a decir que no. El que va al frente, muere o queda como yo", me dice Domingo Soto Santana, un muchacho puertorriqueño de 23 años que perdió un brazo en Mosul, en el norte iraquí. "Entré a Irak con mi unidad una semana después de que comenzara la guerra. Cuando pasamos la frontera desde Kuwait me encontré con miles de refugiados que nos pedían comida. Les di la orden a mis hombres de que les entregaran sus raciones. Estaba prohibido, pero no podía vera esa gente. Fue cuando empecé a sentir rabia de lo que estaba pasando. Y se me confundían las cosas, uno está irritado y no sabe que hacer. Y ahí es cuando vienen los errores. Uno está esperando a tener una excusa para poder disparar, sin saber a quién o por qué", sigue relatando Roberto Díaz en un spanglish casi perfecto. "Nuestra tarea era la de patrullar y buscar insurgentes. Íbamos de noche y entrábamos a las casas rompiendo las puertas y todo eso. La mayoría de las veces, la verdad es que encontrábamos armas y hasta explosivos, pero las casas estaban llenas de mujeres y chicos muertos de miedo. Y empecé a ver que todos los hispanos con los que hablaba estaban tan enojados como yo. Me acuerdo que en aquel entonces vinieron las elecciones y yo si estuviera en Chicago, normalmente no hubiera ido a votar, pero en Irak lo hice. Y todos los otros hispanos de mi batallón. Todos votamos contra Bush. Yo odio a Bush", me cuenta Roberto mientras la limonada va bajando en la jarra de barro cocido traída de México. Al año de regresar de Bagdad, Roberto pidió la baja de los marines y se retiró después de diez años de servicio. Ya no lo pueden llamar para ninguna otra guerra. "Me di cuenta que la guerra es sólo una pérdida de vidas y dinero", dice Roberto algo más animado, aunque más no sea por "el coraje" (la bronca) que siente mientras habla. "Antes, cuando era más joven no me daba cuenta. Pero ahora entendí que nunca hubiéramos tenido que ir a Irak. No hay ninguna razón para estar ahí".
Gustavo Sierra Enviado a San Antonio (Texas) Washington y Los AngelesClarín, Buenos Aires, informe especial
Acá se por lo visto se compite por el primer puesto al gobernante más asesino de todos los tiempos.
Candidatos:
1.- Adolf Hitler
2.- Idi Amin "Dada"
3.- o el flamante sr. del siglo XXI.... George Washington Bush.........
Entre muchos otros que tambien han flagelado a sus pueblos, pero ninguno como este sr. pues Hitler estaba LOCO, llego al poder por casualidad, Alemania estaba herida en su orgullo por la guerra más estupida de nuestra era, la primera guerra Mundial y su tratado de Versalles en 1919. La fuerza nacionalista que logro imponer ante los alemanes de manera fortuita fue lo que le permitio llevar a cabo su imperio de la muerte.
Idi Amin: una persona ambiciosa de dinero, de poder, como todo perfil de dictador, asesino durante su dictadura en Uganda a más de 300.000 unganenses.
Pero, ahora vamos a lo que más cercano, siglo XXI, George W. Bush logra instaurar una supuesta guerra contra Irak por que posee armas biologicas, por terroristas entre otras acusaciones, destruido el regimen dictatorial de Sadam Husein otro verdugo de la historia, la guerra continua, no hay armas biologicas sino un pueblo ancioso de democracia a ellos se le suman una gran reserva de petróleo por la cual aún la guerra persiste.
2 comentarios:
Sencillamente terrible!!!
Un testimonio para releer.
Besos amiga
PD:
Aqui no figura tu email.,me encantaria mandarte el libro, decime una dirección para remitirtelo.
La vida de estos pobres muchachos no puede ser sencilla...es triste...como mi post con la bandera...que cosa tan terrible la que cuentas.
Abrazos
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