10 junio, 2006

Dulcia linquimus arva (Primera versión)

Mi canción de criollo final,
por la noche agrandada de relámpagos
en el espreso del Sur
que desfonda y pierde los campos.
Una amistad hicieron mis abuelos
Con esta lejanía
Y conquistaron la intimidad de la Pampa
Y ligaron a su baquía
La tierra, el fuego, el aire, el agua.
Fueron soldados y estancieros
Y apacentaron el corazón con mañanas
Y el horizonte igual que una bordona
Sonó en la hondura de su austera jornada.
Su jornada fué clara como un río
Y era fresca su tarde como el aljibe del patio
Y en su vivir eran las cuatro estaciones
Como los cuatro versos de una copla esperada.
Descifraron hurañas polvaredas
En carretas o en caballadas
Y los alegró el resplandor
Con que aviva el sereno la luz de la espadaña.
Uno peleó contra los godos,
Otro en el Paraguay cansó su espada;
Todos supieron del abrazo del mundo
Y fué mujer sumisa a su querer la campaña.
Los otros corazones fueron serenos
Como ventana que da al campo;
Resplandecientes y altos eran sus días
Hechos de cielo y llano.
Sabiduría de tierra adentro la suya,
De la lazada que es comida
Y de la estrella que es vereda
Y de la guitarra encendida.
Sangre negra de copla brotó bajo sus manos;
Se sentieron confesos en el canto de un pájaro.
Soy un pueblero y ya no sé de esas cosas,
Soy hombre de ciudad, de barrio, de calle;
Los tranvías lejanos me ayudan la tristeza
Con esa queja larga que sueltan en la tarde.

Jorge Luis Borges

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola amiga..bienvenida.

Rodolfo N dijo...

Y los comentarios huelgan...

Lety Ricardez dijo...

Cualquiera menos yo, sabría que era un texto de Jorge Luis Borges, lo leía sin respirar, sintiendo el amor a la tierra y el orgullo de sangre, noble orgullo de abuelos,

Bellísimo amiga mía